Desde su lugar como Padre de la Patria vivió obsesionado por la soberanía del territorio nacional, y él mismo confiesa haber vivido sólo para alcanzar la independencia de su patria.
De San Martín, el Gral. Perón manifiesta: "...deseo exhortar a todos los argentinos para que, emulando las virtudes del Gran Capitán, tengamos la mirada fija en los supremos intereses de la Patria, en la felicidad de todos sus habitantes y la realización de su grandeza".
San Martín muere el 17 de agosto de 1850 en Boulogne Sur Mer, Francia. Sus restos fueron repatriados 30 años después y hoy descansan en la capilla Nuestra Señora de la Paz, en la Catedral Metropolitana.